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Mostrando las entradas de 2014

Diferencias entre el formato JPG y RAW

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Diferencia entre dejar que la cámara tome decisiones en jpg o tomar el sartén por el mango y tomarlas en raw. Pero que quede claro, no subestimo a los japoneses. Yo, la mayoría de las veces, dejo que mi Nikon decida...

Time lapse amanecer Terrazas de Guaicoco 16-10-2014

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Error tras error. Después de tener perfectamente probado los tiempo de exposición decidí experimentar cambiándolos, lo que creó una diferencia muy marcada en la velocidad de movimiento de las nubes en varios momentos del video. Además se me agotó la batería en la mitad de la toma y se me movió la cámara cuando la cambiaba.

Time lapse amanecer Terrazas de Guaicoco 13-10-2014

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Este time lapse fue hecho con el HDR de la cámara activado y el D-lighting al máximo. Sin embargo, el procesamiento de la cámara hace pequeños cambios en el encuadre y el video quedó muy inestable. Tuve que resolverlo en post producción con el Premiere. Queda claro, hasta ahora lo mejor es hacerlo en formato raw.  

Time lapse amanecer Terrazas de Guaicoco 12-10-2014

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Este time lapse fue hecho a partir de fotos raw.

Time Lapse amanecer Terrazas de Guaicoco 11-10-2014

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Ya corregido el problema con la exposición de las tomas, este es el primero con corrección de color en post producción. Las sombras cambian de intensidad durante el amanecer, así que no fue fácil.

Time lapse amanecer Terrazas de Guaicoco 9-10-2014

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     Time lapse amanecer Terrazas de Guaicoco el 9 de octubre de 2014. Ya corregido el error. Esta vez dejé fijo el diafragma y puse en automático la velocidad, por lo que los cambios de iluminación no se notaron. No publico más hasta que sea glorioso...

Time lapse Terrazas de Guaicoco 8-10-2014

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Prueba fallida de time lapse del amanecer del 8-10-2014 en Terrazas de Guaicoco entre las 6:15 a.m. y las 7:15 a.m. El error fue tratar de corregir los cambios de iluminación del amanecer con los comandos manuales de la cámara.

Amanecer en Terrazas de Guaicoco

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Desde hace años que despierto con estos amaneceres y de pronto me doy cuenta que nunca los había fotografiado...

Viaje a Mérida

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Con solo 500 bolívares que pude reunir y cuatro panas nos fuimos de viaje a Mérida, por los ochenta, en el Ford Corcel de Felipe Saldivia. Hoy en día, que un paquete de Oreo cuesta 60, pareciera una gran aventura, pero en realidad alcanzó para alojamiento, comida, gasolina y me sobró para comprarme unos pantalones feísimos en un economato militar por el camino. Por aquellos días lo habitual era ir a la playa los fines de semana. Sin ningún tipo de planificación subíamos al carro de turno y nos íbamos a Chirere. Desprovistos de toallas, descalzos y a veces sin cartera. No había, en los alrededores, sino tostones con salsa de tomate y mayonesa para comer. Salíamos muy temprano en la mañana y estábamos de vuelta en Caracas antes del atardecer. Nada del otro mundo. Y el mismo concepto aplicamos para traspasar los límites del Estado Miranda. De un momento al otro, íbamos todos apiñados en un   Ford compacto. Los norteamericanos siempre han sido malos haciendo carros pequeños. Jose Hurt

Llegó el camión

En la urbanización donde vivo somos, menos contadas excepciones, de clase media y muy comedidos. Siempre hay un silencio sepulcral, solo roto por el cantar de los pájaros, los ladridos lejanos del perro que saluda a la luna o el crujir de los árboles batidos por el viento al atardecer. Si algún vecino, atrevido, rompe alguna regla, tengan la seguridad que no pasa mucho tiempo antes de que una comitiva le toque la puerta, sonrientes pero decididos, a recordarle como son las cosas ahí y el orden regresa instantáneamente . Como solo hay una entrada y salida, controlada por vigilantes, es una zona bastante segura, y puedes ver niños jugando por los estacionamientos, figura casi desaparecida en las calles de Caracas. El clima es perfecto, ni mucho frío ni mucho calor. Todo lo que depende de nuestras responsabilidad está bajo control. Es, casi, un paraíso. Excepto, cuando llega el camión cisterna. Estamos todos, en estos días, girando alrededor de un famoso cronograma de abastecimient

24 años no son nada

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Se me ocurrió abrir unos archivos y me conseguí con fotos tomadas hace más de dos décadas. No me gusta como me quedaban...

Mea culpa

Echarle la culpa al Gobierno anterior es una práctica para la cual se requiere esfuerzo y experiencia. No es una tarea fácil, especialmente en un país lleno de gente con mala memoria. No se convence al que tiene sed, de que no tienes la culpa de su sufrimiento, si te ve con la mano en el grifo. Cuando gobernaban los adecos y los copeyanos, la tenían más fácil. Como se alternaban el coroto en intervalos de tiempo mucho más cortos que en la actualidad, en la memoria se mantenían mucho más frescos el recuerdo de los desmanes. Si bien, cada cinco años, el encargado de echar la culpa se convertía en culpable, el ejercicio constante y los beneficios del poder eran suficiente estímulo para ejecutar la maña con efectividad. Defenderse y atacar alternadamente, desarrollaba alguna parte del cerebro que, además, sospecho, se heredaba de generación en generación, mejorando la rutina a través de los quinquenios. Viéndolo después de años, llego a la conclusión de que fue, gracias a este rito, que

Falla productiva

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Esta foto fue tomada con un lente Nikkor 14 mm.  que presentó una falla. La distancia focal de movió y permitía enfocar a escasos 5 cm. de distancia. Eso me permitió acercarme al modelo casi hasta tocar su nariz con el lente y lograr esta deformación.

Formatos

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Me estoy cansando del formato cuadrado de Instagram. Hice un tremendo esfuerzo para adaptarme, pero de ahora en adelante voy a tratar de mostrar el formato original de la foto también.

Pasando aceite

Disculpen que cambie el tema de conversación. Voy a escribir sobre mi carro, un Fiat Tucán, que lleva 28 años circulando por las calles de mi país al ritmo de un taxi. Ese pobre carro va para allá y para acá sin descanso, sin piedad, sorteando la falta de transporte público y mi miedo a usarlo porque a todo el mundo roban en el Metro o en el autobusete últimamente. El cacharro, aguanta inexplicabl emente, desafiando las leyes de la física, tal abuso, y solo de vez en cuando pide ser llevado al taller donde las reparaciones están signadas por la falta de repuestos y por ende nunca queda en el estado que merece su sacrificio.  El óxido lo corroe poco a poco, como enfermedad incurable, e inevitablemente su daño empieza a ser estructural. No quería decirlo, pero llegará el punto donde no habrá retroceso y será imposible circular en él. Es cómo si en un país, en la ciudad donde vives, vas caminando por la calle, y ves que a alguien se le cae el teléfono y la persona que va

Tirapiedras

Resumiendo: En medio de una guerra con saldo de más de 20 mil muertes violentas al año, desabastecimiento de alimentos y medicinas y alta inflación, entre otros, un pequeño grupo de ciudadanos deciden desarrollar una pequeña intifada criolla para dar muestra de su malestar social. Infiero por algunas informaciones extraoficiales, que son estudiantes y de oposición. Dos circunstancias en particul ar quisiera comentar ahora. La primera es la cantidad de personas involucradas. Si tomamos en cuenta que en Venezuela votan aproximadamente el 30% de la población, y que según los últimos resultados electorales estamos fifti-fifti, entonces resulta que sólo podemos estar seguros de que el 15% de los venezolanos están a favor. Por semejante atrevimiento, ese pequeño grupo se defiende del otro 15% poniendo barricadas para evitar que les tiren bombas molotov a los apartamentos, pero sinceramente, pierden el tiempo, porque van en motos y las sortean con facilidad. Algunos analis

Héroes del asfalto

¡Aquí brother!... pensando en el tema este de los motorizados. ¿Qué fue lo que pasó aquí para llegar a estos extremos? Analizando la vaina, me doy cuenta que para robarse el dinero, los políticos dejaron a los hospitales sin insumos y sin infraestructura, cada vez hay menos escuelas y el sueldo de los profesores no alcanza ni para comer. Si hubiesen utilizado el dinero en hacer autopistas, o mejor ar las condiciones de los cuerpos de seguridad del estado, o en aumentar la producción agrícola y ganadera, no quedaría suficiente para la corrupción. Si atendiesen la infraestructura eléctrica o planificaran la construcción de viviendas a largo plazo, si se preocuparan por mantener una capacidad industrial sustentable que surta a la población de sus necesidades básicas o si simplemente aplicaran cualquier idea para amainar tanto sufrimiento, no les alcanzaría para tener las tremendas camionetotas en las que se trasladan, ni pasar las vacaciones en USA ni para mandar a los cham

Mirando las estrellas

Adivinen que venden los buhoneros en las calles de Caracas: …¡la bandera de Venezuela de siete estrellas!.  Estaba metido en una cola infernal, angustiado, pensando el porque un cliente al que le había trabajado por más de 20 años ininterrumpidos dejó de contratarme de un día para otro sin darme una explicación, y en el esfuerzo sobrehumano para conseguir sustituto, cuando del medio del tráfico eme rgieron media docena de buhoneros vendiendo la tricolor en todas las formas imaginables. Tenían gorras, brazaletes, portavasos, franelas, koalas, bandanas y, por supuesto banderas. Eran de diversos tamaños y para diferentes usos. Servían para poner en el carro o para llevar a las marchas. También para las fachadas de los edificios en días patrios. Como se sabe, tal variedad de oferta solo la tiene en los actuales momentos la economía informal. No era mi interés adquirir ningún bien en ese momento, ni mi precaria situación económica me lo permitía, pero me quedé viendo la act

Potencia invasora

Hace como dos meses decidí dejar de comer azúcar. Tanta vaina que uno lee por ahí, y por estos días, resulta, el dulce hace daño. Así que emprendí la epopeya sin saber la magnitud del sacrificio. Las consecuencias del déficit de glucosa en la sangre son incontables. Dolor de cabeza, mal humor y depresión todo el día. Ver una dona rellena de chocolate e imaginarme comerla en el desayuno con un ma rrón grande era más sufrimiento para mi que para el adicto a la heroína ver una inyectadora, o para el abstemio escuchar el exprimir del limón sobre el Cuba Libre bien cargado con mucho hielo. Pero también hubo beneficios. Inmediatamente empecé a bajar de peso, la ropa no me apretaba, rendía más en el trabajo, dormía mejor. Si viviese en un país desarrollado, sin estos niveles de delincuencia, con un poco más de dinero en la cuenta, hubiese aguantado más. Pero, deprimido, y además con miedo, fue demasiado. Y bueno, sucumbí, la semana pasada, frente al kiosco del chino de la esq

Estudiantes contemporáneos

Todos los jueves, durante la primera hora de clase del día, entre 5 y 6 de la tarde, entraba corriendo este pana, con la capucha en las manos todavía, y el sudor chorreando por la frente. El profesor de Sociología de la Comunicación ya ni volteaba, mucho menos interrumpía su charla, y nosotros recuperábamos la concentración en pocos segundos. No me acuerdo de su nombre. Era flaco, tenía bigotes y pelo negro. Aunque no estudiaba Comunicación Social, se quedaba escuchando la clase con atención, con su olor a gas lacrimógeno. Solo le faltaba un cuaderno y tomar apuntes. En esa época, mi escuela era la mejor de América Latina, decían. Mis profesores, la crema y nata. El comedor funcionaba. No existía internet, pero conseguías cualquier libro en la biblioteca. Había grama en la Tierra de Nadie, aunque senderos de tierra lo cruzaban, como los gráficos de un electrocardiograma, testigos de la flojera del Ucevista a circular por las vías de concreto. Podías caminar a cualquier