Bachaqueros

Igual que un ciego, que por invidente desarrolla sus otros sentidos por supervivencia, vivir con miedo, en Venezuela, afina una especie de sexto sentido que detecta, con notable facilidad, la muy creativa metodología de las bandas delictivas. Ya, con gran precisión, descubrimos cuando abandonan el robo de carros para dedicarse al secuestro express y viceversa, por ejemplo. O lees la mente del motorizado y su parrillero que rozan tu espejo retrovisor y del que sólo te separa una fina película que oscurece los vidrios de tu vehículo.

Sin embargo, con la humildad que debemos ostentar todos a los que la naturaleza nos proveyó de superpoderes, admitamos que la figura del bachaquero nos agarró de sorpresa.

Así que como, todavía, no somos resistentes a las balas ni a las puñaladas, recomiendo, encarecidamente, no llevar la contraria al señor que se encarga de colear de primeros en la fila de los Bicentenarios a las dos o tres decenas de individuos que se van a llevar los productos de primera necesidad que se supone eran para los que estaban ahí desde las 4 de la mañana. Ni tampoco quejarse ante las autoridades competentes en los alrededores, porque, como si se lo dicta su sexto sentido, sabemos que son la misma gente.

Digo, al menos que no les importe aparecer muertos a dos cuadras del abasto...

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