Héroes del asfalto

¡Aquí brother!... pensando en el tema este de los motorizados. ¿Qué fue lo que pasó aquí para llegar a estos extremos?

Analizando la vaina, me doy cuenta que para robarse el dinero, los políticos dejaron a los hospitales sin insumos y sin infraestructura, cada vez hay menos escuelas y el sueldo de los profesores no alcanza ni para comer. Si hubiesen utilizado el dinero en hacer autopistas, o mejorar las condiciones de los cuerpos de seguridad del estado, o en aumentar la producción agrícola y ganadera, no quedaría suficiente para la corrupción. Si atendiesen la infraestructura eléctrica o planificaran la construcción de viviendas a largo plazo, si se preocuparan por mantener una capacidad industrial sustentable que surta a la población de sus necesidades básicas o si simplemente aplicaran cualquier idea para amainar tanto sufrimiento, no les alcanzaría para tener las tremendas camionetotas en las que se trasladan, ni pasar las vacaciones en USA ni para mandar a los chamos a estudiar en Suiza.


Lo mismo pasa con el transporte público, que como todos saben, no sirve. Imagínense el realero que hace falta para movilizar decentemente a los venezolanos si a alguien se le ocurre que hay que solucionar ese problema. Empezando que ese invento adeco de que los conductores de autobusetes sean los dueños de su vehículo fue tremenda torta. Honestamente no me pareció tan alocado cuando lo implementaron, pero analizándolo a la distancia, fue bastante atrevido aplicar esa medida en un país donde todos hacemos los que no da la gana. No hace falta un postgrado en psicología para interpretar el disgusto de los usuarios por la mala calidad del servicio. La famosa “Hora 0” con la que nos amenazan los dueños del transporte cada vez que exigen aumento es de las técnicas coercitivas con menos autoridad moral de la historia de la humanidad. No me explico como un partido de izquierda como AD se le ocurrió privatizar un servicio que es público en todos lados del mundo.


Habiendo esto, y tomada la decisión de no sacrificar los estudios de los carajitos en Europa, mataron dos pájaros de un tiro cuando compraron esa coñamentazón de motos en China y las trajeron para acá sin pagar impuestos y sin garantizar servicio ni repuestos. Primero alguien se metió en el bolsillo unos dólares facilito, y segundo le solucionaron la movilización a miles de ciudadanos. Aprovecharon y vendieron la teoría que así les devolvían sus derechos negados durante décadas de Puntofijismo y que llegó la hora de liberarse de las cadenas que los mantuvieron atados sin piedad al “déjame por donde puedas”. Ya no tienen que ir colgando de la puerta de una buseta atestada de usuarios ni encoger las piernas cuando tienes la mala suerte de conseguir puesto que se distancia de el adelante por escasos 15 centímetros porque el dueño le puso más sillas de las permitidas para aumentar su facturación mensual.


Entonces, pues, con máxima obediencia, están miles de ciudadanos circulando al mismo tiempo, cobrándose lo que la democracia les debía. Es decir, rompiendo espejos retrovisores, circulando a exceso de velocidad entre los carros, comiéndose flechas y semáforos, tocando corneta enloquecidamente, mentándole la madre a medio país, subiéndose a las aceras, estacionándose donde les da la gana, robando masivamente, coleándose en las estaciones de servicio, disparando al aire en las caravanas funerarias, atacando como jaurías hambrientas a quien se consigan por donde ellos quieran pasar y últimamente expresándose con cierta violencia ante quien se atreva a contradecir su posición política. Por alguna razón inexplicable, como si fuera un derecho divino, decidieron no usar casi los frenos, así que el resto de los cristianos ya perdimos la posibilidad de, si vamos manejando, cambiarnos de canal, o cruzar la calle cuando tenemos el semáforo a favor, si vamos a pié. Puede ser usted una abuelita que lleva de la mano a su nietecita. Puede estar usted en un paso de peatones. Puede haber media docena de policías viendo. Puede señalar el semáforo que es su turno de cruzar. Puede estar usted en muletas. De todas maneras el amigo motorizado no frenará, y mucho menos pondrá sus pies en el asfalto para detener su vehículo. El tocará la corneta, acelerará, la esquivará y le mentará la madre para que la próxima vez se ponga las pilas. Alguien me dirá que no todos son así. Es verdad, no todos, pero si casi todos.


Pareciera que odio a los motorizados… ¿verdad? Pues no. Déjenme advertirles a mis amigos del Facebook sobre la enorme tragedia que arropa a estos panas. Como cualquier decisión tomada por un burócrata ignorante o por un político corrupto, las consecuencias son negativas. Primero los accidentes. Por ahí leí que mueren 100 al mes. No se por cuanto hay que multiplicar entonces ese número para saber los que quedan en sillas de ruedas, o sin brazos, o sin piernas. Y cada incapacitado, esquematizando, es una familia rota. Y en cada caso, seguro hay un rollo judicial y un conductor detenido que aunque sea inocente terminará pagando la atención médica del accidentado y hasta le quitaran su licencia. Encima a nadie le importa que se mueran, no en vano nadie los obliga a usar casco. Segundo, la inseguridad. Si te matan por un teléfono o por un par de zapatos, imagínense por una moto. Como no hay repuestos, no hay fin de semana sin un motorizado en la morgue. Lo matan, se llevan la moto, y hacen tremendo negocio vendiéndola por partes. Tercero la salud. Si cuando se bajan de la moto tienen la cara manchada de negro por la contaminación, como tendrán los pulmones. Además, tengo entendido que estar sentado sobre un motor encendido tanto tiempo los acercan a la impotencia y a la infertilidad. Y cuarto y último, la calidad de vida. El ruido del corneteo y el estrés que produce vivir en este caos nos afecta a todos. A los motorizados también.
Yo soy pesimista y considero a esta generación perdida. Nunca va a ser posible retornar a como éramos antes. Tampoco se va a aplicar nunca ese reglamento para motorizados que anda por ahí. ¿Quién les va a decir que tienen que respetar los derechos de los demás? ¿Cómo van a entender que media docena de corruptos les mintieron para obtener beneficios políticos? Me imagino que la crisis económica hará de las motos un bien difícil de adquirir y cada vez habrá menos. Pero pienso que habrá que hacer muchas escuelas para que la próxima generación no se deje engañar y sepa que tienen derecho a un transporte público decente.
Eso es lo que hay…

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